Dentro de las últimas novedades que podemos encontrar en el mundo del whisky, tras la moda de las microdestilerias –a semejanza de las microcervecerías- se encuentra un fenómeno relativamente reciente, el de las farm distillerys o destilerías de granja, si bien, posiblemente, esa denominación o traducción literal no sea la más apropiada.
Básicamente consiste en trasladar la idea del Chateau francés al mundo del whisky. En éste caso, los cereales utilizados, básicamente cebada, son cultivados en tierras junto a la destilería propiedad de la empresa, su malteado y todo el proceso de producción y maduración se realiza en la destilería.
Por tanto, estamos en un modelo atípico, pues en la mayoría de casos, la destilería compra la cebada ya malteada y se limita a realizar el proceso de producción de la cerveza, su destilación y envejecimiento en barricas de roble. Al ser una farm distillery podemos garantizar que el 100% del producto, se ha obtenido con ingredientes y procesos propios, lo que, al menos, le da ese plus especial.
Si bien es un modelo que lleva pocos años en USA, ha empezado, tímidamente, a desarrollarse en Escocia, concretamente en la destilería Kilchoman en Islay, con el lanzamiento, reciente, de su tercera edición de su Kilchoman 100% Islay.